sábado, 24 de marzo de 2018

Una casa pequeña que resiste


Como en cada cambio de estación, renuevo los colores y algo de la forma del blog. Como si fuese una casa, este espacio en marzo cambia su olor, su temperatura, su luz.  Huele a pan, a café, se llena de libros para leer cerca de una manta. Dejo abierta la ventana hasta mayo, porque me gusta sentir el frío que llega desde afuera. Ahora que empezó el otoño, la casa donde escribo tiene las paredes grises y blancas, hay detalles marrones (tal vez no sean visibles, como ciertas sombras),  restos de maderas expulsadas del mundo usadas como estantes, símbolo de lucha que sobrevive al abandono, amuletos contra la mala suerte. Sobre los estantes hay hojas de árboles, secas, en platos de té, unidas a las espigas de lavanda recogidas durante el verano. En invierno, no quedará registro de este cambio, porque vendrá otro color, otra forma, y así viene sucediendo desde el 2012 que inauguré este blog. Bienvenidos a esta casa pequeña que resiste.



  

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