Nadie bajará del auto y abrirá la puerta que te hace feliz.
Nadie romperá con sus dedos la materia de la duda.
Ni pronunciará tu nombre mordiendo lo que no es.
Exclúyete.
No esperes que te laven los cabellos en el río
aunque las manos sean perfectas para el agua
y conozcan cada hebra de tu cabeza.
No sucederá.
Agradece.
Al menos te fue dado imaginar ese instante.
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