martes, 20 de marzo de 2018

Un adelanto, tres poemas de la trilogía



6


1984.
La distancia entre Ramiro y Ana,
despliega
la amplitud del vacío.


El teléfono del almacén,
naranja
como un pez enfurecido,
traga cospeles
y no funciona nunca.

El sargento
dice que es de flojos
necesitar oír
la respiración de quien se ama.

Por eso Ana
junta la esperanza,
mientras Ramiro
cumple una orden,
y hace cuerpo a tierra
ciento cincuenta veces
sobre el barro frío de la madrugada.

(de Uva negra, primer libro de la trilogía)





1


Este es el estado de situación:
El último arrecife de coral
fue visto hace 6 días.
Atrás quedaron las costas rocosas,
las aguas brillantes de los arrecifes.
El mascarón de proa fue dañado
en su costado izquierdo.
Una mujer de tilo, a la intemperie,
con sus pechos desnudos,
sostiene al mar.
Nada queda de nosotros.
Fumemos bajo las estrellas.


(de Mascarón de proa, segundo libro de la trilogía)





10


Nadie escuchó mis súplicas.
Ante el amor, fue todo incertidumbre.
Quise escribir con un cuchillo
su nombre
sobre la mesa familiar. No pude.

No soy analfabeta.

No son mías las ovejas de ese campo.
Soy vieja para una primera revelación.

Mal pude haber guiado y llevado al triunfo
a los cinco mil hombres del ejército francés.

¿Qué mirada sostiene el juicio y la hoguera
sobre mi nombre
por haberme atrevido a escuchar
las palabras felices

en la boca de un árbol?


(de El castillo de Rouen, tercer libro de la trilogía)


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