martes, 8 de enero de 2019



Voy a jugar sobre los cangrejales.
Ya deshice la trenza que a mi madre
le llevó horas armar.
Todavía no he llegado y 
mi cabello flota como si supiera
mantenerse a salvo por sí mismo.
Hace calor.
De noche creo que el calor va a matarme.
Debo buscar espigas de lavanda
y ponerlas en frascos
sobre la mesa de luz.
Me acuesto sobre el piso pero no funciona.
Hace años que no duermo.
Es tan larga y aburrida la noche.
Voy a jugar sobre los cangrejales con los pies
desnudos y calientes.
Voy a jugar para saltar lo que duele sin pisarlo.
Voy a entrenarme hasta caer con todo el peso
de mi cuerpo
sobre los caparazones de los cangrejos.
El terreno es pantanoso.
No hay de qué temer.
Mis pulmones reconocen que el grado de humedad
es elevado y se hinchan
hasta ocupar el lugar de la fe.



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