jueves, 24 de enero de 2019



Nosotros comíamos cerezas al atardecer.
Mientras las paredes de nuestro
sistema de creencias
se desmoronaban
nosotros dos
comíamos cerezas al atardecer.
Es magnífica la luz que pasa
entre la rama y el fruto
sostenido por la mano.
Ofrecer la tensión de la vida
a punto de ser arrancada de su nudo
hace temblar al universo.
Para saber de qué estoy hablando
hay que morder la desesperación
de algo recién soltado.





No hay comentarios:

Publicar un comentario