Nosotros comíamos cerezas al atardecer.
Mientras las paredes de nuestro
sistema de creencias
se desmoronaban
nosotros dos
comíamos cerezas al atardecer.
Es magnífica la luz que pasa
entre la rama y el fruto
sostenido por la mano.
Ofrecer la tensión de la vida
a punto de ser arrancada de su nudo
hace temblar al universo.
Para saber de qué estoy hablando
hay que morder la desesperación
de algo recién soltado.
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