domingo, 26 de octubre de 2014

Pensaba en los días en que me dan ganas de quedarme en silencio, de no escribir. Un silencio que abarque la celebración del misterio y la mordida de la pena, sin que prevalezca ninguna. Y pensaba en los poemas que de pronto aparecen y nos hacen felices, tan felices que nos sobrevuelan unas ganas tremendas de agradecer el día.

Hoy, en su muro de facebook, Carolyn Riquelme dio a conocer este poema de Viviana Yanina Ayilef que obtuvo el premio al mejor poema en idioma castellano del Eisteddfod del Chubut 2014.



Escribir nuestros nombres
Escribir un poema
en el medio del odio
es como hacer un hijo
a la intemperie
contra todos los mares
de tormento
contra todos los aires
de tormenta
contra el triunfo preciso
de ese odio triunfante
Escribir un poema de amores
pájaros en su vuelo
viento de panaderos
es ganar a la muerte
la victoria del día
cotidiano
Escribir un poema
lleno de nombres tibios
que suenen como el pan
Ana, María, Libertad
Que suenen como el agua
Juan o Manuel, Leonardo
Que suenen como los sueños
Ángela, Macarena
Que suenen a Victoria,
Guido querido.
Escribir tras las piedras
con la mano que queda
enjugando la última lágrima
escribir el suspiro
escribir la memoria
escribir la palabra
escribir, todavía, por la sangre del nombre
–por la ausencia del nombre–
como si fuera un parto
como si fuera un pacto
sin silencios.

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