viernes, 3 de octubre de 2014

El poema nace en la opresión anterior a la palabra, en la que todavía no se sabe o no se puede decir. Después aparece la palabra. La que nombra. Entonces viene una especie de tanteo, de ver si es o no es la palabra que nombra aquello que queremos decir. Encontrar cada palabra equivale a asistir a una fiesta o a un cortejo fúnebre. Depende. Pero el poema es antes. Cruza antes. Nos cruza cuando no hay palabras todavía. El poema es un gesto animal, primitivo, que nos devuelve a la intemperie.




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