anteojos
(VIII. Alguna vez
cuando el mar se calme
se verá en la arena
el hueso del intento.
Valeria Pariso –Paula levanta la persiana-)
porque él todavía brama fronteras
entre la numerosa arena y el hombre
cautivo de la tarde
no se deja ver
eleva su fantasma reflejo en la ciudad
del otro océano ese que corre como un río
bruma vespertina
que planta cielo en la mollera su cofia
sabe salado y esclarece
después se desliza por mi frente
calza su montura en la mirada
y es cuando veo detrás marcas de agonía
piso en silencio confío en mis anteojos
mientras ruge en bajante él decide hasta dónde
tenderá su filigrana la marea
© Carlos Enrique Cartolano. Por lo más delgado, 2013