La paso mal en verano. Casi no salgo de casa con tal de no respirar el calor de la calle. A menos que Mili que detesta el calor tanto como yo me diga vamos por algo rico y entonces nos tomamos el colectivo hasta Martinez, vamos a Green Eat a buscar las mejores hamburguesas de portobello del mundo, pasamos dos o tres horas bajo la piedad del aire acondicionado del centro comercial viendo libros, ropa, hablando sobre los usos del lenguaje, la poesía, nos probamos un vestido o una remera que casi siempre dejamos porque nos quedan mal, y seguimos hablando sobre poesía, feminismo, la izquierda, la derecha, el amor, nuestro gato, el viaje que vamos a hacer, lo mucho que nos gusta el tiempo juntas. El paraíso en verano no existe. Pero piso su orilla cuando mi hija me dice: dale, má, vamos a pasear.
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