Cada beso le mandaba a decir al alma que recordara de qué estábamos
hechos. ¿Podés pronunciar ahora las palabras que encendían la luz? Venían desde
el fondo de la tierra. Venían y daban órdenes de felicidad. Más que eso, encontraban
la manera de subir al cuerpo y hacernos libres.
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