Veo la puerta abierta.
Las lavandas deben estar en flor por estos días.
Yo caminé descalza sobre la muerte.
Bailé y canté para invocar al fuego,
hasta verme los pies violetas en el frío.
No me fue dada la canción protectora.
No supe más.
Ay, mundo,
yo, tu extranjera,
te hacía señas blancas sobre la nieve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario