"lanzaba un canto de desafío"
Juan Rulfo
Juan Rulfo
Cuando llegamos a puerto
aparecieron las cantadoras
trayendo en su música los nombres
de los que habían vivido con coraje.
Cantaban y bailaban.
Aparecieron por primera vez
un día,
entre las cuatro y las cinco de la tarde:
-Cantamos por María,
hija de Antonia,
que vio su cicatriz en el espejo
y no cerró los ojos,
cantamos por Anselmo,
el funebrero,
que les quita las
penas a los muertos
y les convida whisky
y les da pan,
cantamos por Juan,
el niño quieto,
que conoce el nombre
de las aves
y los escribe en un
idioma
que no sabe
que se llama sefardí.
Cantaban tan fuerte que su canto
se mezcló con el canto de los gallos.
Los gallos aprendieron el coraje
y más tarde lo aprendieron los perros.
El ladrido de los perros copió a las cantadoras.
No hubo forma de callarlos.
Todos cantaron el coraje.
Cantaron y cantaron.
¿Alguien habrá escuchado
si pronunciaron nuestros nombres?
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