Hace varios días, con mi hija, volvimos a intentar una dieta vegetariana. A ella le gustan casi todas las frutas, salvo las manzanas.
-Manzanas, no, mami- dijo ayer cuando me vio ir hacia la verdulería.
Yo, parada frente a un cajón de manzanas verdes, sonreí pensando que si fuésemos dos niñas haciendo magia y de pronto, por cielo apareciera un árbol repleto de manzanas, mi hija amaría las manzanas para siempre.
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