Hay días surrealistas. Hoy estando en el colectivo alguien me cortó la cadena de la cartera que llevaba cruzada en la espalda. Es de no creer pero yo atrapé primero la cartera y la tengo conmigo. Bajando del colectivo, ni bien piso la vereda, me cruzo con un señor con una pinza en la mano. Ahí mismo le pido por favor si me arregla la cartera. Me la arregla. Hago trámites. Todo perfecto. Vuelvo a tomar el colectivo y me siento. Mirando por la ventanilla empiezo a pensar lo mismo que vengo pensando desde hace años: por qué soy tan cursi cuando me acuerdo de ciertas cosas, por qué esta desgarradura, este paso de novela, esta herida insalvable. Entonces sube al colectivo un hombre vendiendo CD con un grabador en la mano. Y dice: la música que nos marcó la vida. Y empieza a sonar Perales, Julio Iglesias, Pantoja, Leonardo Favio. No te voy a contar las canciones que escuché pero te digo que todas me cabían como anillo al dedo. Ahí me acordé que mi mamá ponía esa música todos los días. Todos los días de mi vida hasta que me casé. Puro amor amor amor y abandono y desencuentro y vuelta a encontrar y vuelta de dejarse y amor amor amor. La vida misma, surrealista, mágica, como la tuya, como la mía.