jueves, 11 de octubre de 2012

Los animales se cuentan todo.
Tienen
un lenguaje perfecto:
algunos frotan sus cuellos y eso alcanza,
otros andan a la par, sin tocarse siquiera,
otros se miran y se transmiten
los secretos y las fiestas, otros
marcan sin hundir los dientes sobre el cuero,
el silencio se interrumpe apenas
por el runrún de la dulzura
o por la queja que delata el exceso
de furia en la mordida.
Se huelen, se perdonan, se precipitan, se amansan.

Nosotros no aprendimos todavía.