lunes, 8 de octubre de 2012

De pronto estás acá, contrariado,
como si el hecho de que tus ganas
limiten conmigo fuese culpa mía. 
Afuera el frío les quema
las orejas a los perros y vos estás acá
con este malhumor de vecindad inoportuna. 
Mañana iré yo, fastidiada,
a quejarme porque todo lo que hacés
me gusta y no puedo con eso. 
La calle estará helada y lluviosa
y algunos perros morirán de hipotermia.
Iré igual. 
Nadie elige con quién le pasa.
Con vecinos así
ningún barrio es posible.