A mi muñeca Carolina
no le falta nada salvo la ropa,
está desnuda con sus piernas cortas de tortuga,
sus brazos derechos, sus ojos celestes.
Me impresiona
la mirada de agua que no me mira,
la expresión recta de sus labios
donde antes le entraban mis cucharas,
la mudez irremediable de su llanto
y los piecitos fríos y planos.
Haberla querido tanto
me impresiona más.
Descamación de la clausura ¡Gracias poeta!
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