miércoles, 29 de agosto de 2018



Un día conocí a "Las hojas del poroto", un grupo de 4 amigas ya grandes que habían sido compañeras de residencia universitaria en Corrientes (dos médicas, una contadora y otra no recuerdo), que seguían juntas, acompañándose, sosteniéndose en momentos como éste: la sala de espera de un sanatorio oncológico de Buenos Aires.
Claro que les pregunté el por qué del nombre.
No daba para ponernos flores de alelí, dijeron.
Las amé.





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