Habíamos pisado los tallos para no ver las flores.
Colgamos de los
árboles
cintas blancas
para que los pájaros
no bajaran a cantar.
no bajaran a cantar.
Aprendimos la plegaria
y para que no se cumpla,
no la rezamos.
Dejamos de cruzar las manos
y de poner ofrendas ante nuestros muertos,
para no pedir ayuda.
Debió habérsenos concedido el olvido.
No esta piedra, esta alegría.
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