Descubrir que aquello que se creía mágico (cantaba un pájaro) no fue más que una piedra tirada contra un vidrio. Ver, de pronto, que la misma piedra fue tirada por la misma mano, el mismo viento, sobre cientos de ventanas. Ay, espíritu del tiempo, me hubieses concedido la piedad de la duda. Descubrir la piedra fue pisar descalza los vidrios rotos de todas las casas.
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