domingo, 30 de julio de 2017
Dicen que sobre los vidrios negros
escribía:
“concédeme un caballo,
tengo los pies pequeños
y llegará la muerte antes que yo”.
Dicen que al despertar, bajaba de su cama,
y arrastraba su cabello por la casa
hasta llegar al jardín.
Que se hacía una trenza con la hiedra
más dura y las flores caídas, dicen.
Que el día era de sol y ruido.
Que cantaba como si no importara.
Que no se miraba los pies para no acordarse.
Que reía.
Y que cada noche,
antes de dormir, escribía:
“concédeme un caballo,
concédeme un caballo,
concédeme un caballo”
sobre los vidrios negros.
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