Cuando nada buscábamos,
el cielo fue cruzado por los teros,
revelada la lluvia, el barro,
los pies hicieron huella,
y en medio del vacío
encontramos la casa.
Cuando nada buscábamos,
la casa soportó
el viento,
la tempestad del abandono,
la alegría de aquello
que sucede porque sí,
lo inexplicable.
Nosotros,
estúpidos nosotros,
dejamos los tesoros
que nos fueron confiados.
Dios, parada en la intemperie
la casa que aún nos
mira
se parece a un tótem.
¿Qué haremos con esto?
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