lunes, 22 de mayo de 2017


En el instante en que el viento tiró los jarrones con agua, la mesa recién servida, la comida caliente de los años por venir, en fin, cuando el viento arrasó con la casa  y el cuerpo supo que a pesar de las noches sin dormir y de los días de amor, la memoria no se había formado, que la memoria era una materia blanda, un objeto débil, una masa infectada por la ambición y otros microorganismos poderosos, en ese instante, digo, mientras el viento  tiraba las flores de la casa, sobre la palma de mi mano, oh, casualidad, oh, milagro, se escribió la palabra injusticia.


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