Dijo la chamana, de vestido naranja:
-Hasta ahora he leído
y he visto
las frutas del dolor sobre la mesa.
Son frescas.
Brillan.
El perfume está tenso como un arco.
Sin embargo, no las han tocado.
Más aún: con asombro,
los he visto asistir a sus propios funerales,
llorarse,
y los he visto sobrevivirse.
¿Para qué?
Han de creer en todo lo que nace
en medio del desorden.
Miren el viento, el misterio del caos.
Sean livianos.
Cántenle al fuego.
¿Quién puede olvidar la primavera
sosteniendo una flor en cada mano?
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