A ver, quién nos indica
qué hacer con cierto tipo de
esperanza,
cómo quitarla,
con qué ácido quemar los
brotes nuevos,
cómo envolver los cortes de
las ramas
para que la memoria no crepite
ni despunte un gesto o
salga un pájaro.
Algo que nos funcione
de una manera atroz,
definitiva.
Algo que fugue
de cualquier error de cálculo
o misterio.
Como si la esperanza no
existiera.
Como si haber amado fuera
poco.
Como si Dios hubiese
abandonado
una iglesia completa
o una cuna.
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