Tanto cuidado, tanto
ensayo,
tanto planear los
bordes de la huida,
tanto escondite gris de refugiada,
no hicieron más que
enfurecer la forma
en que me fue
lanzado.
Sin piedad, como
una jabalina,
el universo me
arrojó el amor.
Y yo estaba,
ay dios mío,
ahí.
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