Amé cada día del profesorado, pero necesito tiempo para leer
poesía, para escribir poesía, para corregir, para difundir la poesía de los
poetas que considero imprescindibles. Fue un semestre intenso, donde me exigí
más de la cuenta. Aprendí tanto que es difícil contarlo. Pero sentí que me
faltaba tiempo para leer lo que necesito leer. Se produjo en mí una rebeldía
que no supe manejar: lo que debía leer me impedía leer lo que quería leer más
allá de lo hermoso que era lo que debía leer. Por eso decidí no continuar con
el profesorado de Lengua y Literatura. Lo intenté, me encantó, pero no puedo
con todo. Hoy me regalé dos libros,
porque me angustia seguir y me angustia dejar. La poesía vuelve a calmarme.
Nadie me conoce mejor que ella.
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