jueves, 7 de agosto de 2014

Mirar la quietud como un nido expuesto al desamparo. O mirarla como un vuelo tan alto que pareciera ocupar siempre el mismo lugar en el cielo. Todo depende de la capacidad de pájaro que tenga nuestra soledad. Lo sé, porque  una vez oí un corazón puesto frente a un precipicio volverse el latido del mundo.


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