Mirar la quietud como
un nido expuesto al desamparo. O mirarla como un vuelo tan alto que pareciera
ocupar siempre el mismo lugar en el cielo. Todo depende de la capacidad de
pájaro que tenga nuestra soledad. Lo sé, porque una vez oí un corazón puesto frente a un
precipicio volverse el latido del mundo.
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