En la mano izquierda uso el anillo que mi abuelo le había regalado a mi abuela. Tiene una piedra que brilla como un diamante, pero no es, no sé qué es, hasta
podría ser un trocito de vidrio bien pulido. Hace años que brilla así,
furiosamente, como una piedra preciosa. Quienes me preguntan se decepcionan cuando les digo ésto.
Qué pena, me dicen, parecía tan bueno. Y a mí, a mí me alegra tanto que el
brillo sea un misterio.