Una mañana fuimos a rezarle a una
virgen blanca. Nosotros, los más buenos del mundo, fuimos a pedirle a la
estatua de la virgen que nos enseñara a sacar los dientes, a morder para defender
las rosas rojas del destino. ¿Te acordás? Es infinito el amor. ¿Nos mordieron
o mordimos antes de morir?
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