jueves, 10 de mayo de 2018



La huerta  en la que estuve trabajando desde marzo, desapareció. Llevamos 20 días de lluvia, nubes y bruma en el conurbano. Desde el 23 de abril, dicen los noticieros, que en esta parte de Buenos Aires, no hay un día de sol.  Las acelgas, el perejil, las chauchas, las arvejas, los ajíes, nada existe ahora. La tierra de las macetas, sobre la que tenía todo plantado, no sostiene nada verde.  Estoy triste y cansada. Quiero acostarme y dormir sobre las semillas.


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