El placer no dado se pudre en su propia luz.
No renuncia,
y aunque trate de convencerse
nunca se conforma con
un cuerpo distinto
de aquel que debía
recibirlo.
Todo placer que no fue dado
se convierte en materia cósmica
y pasa a formar parte del suelo, del aire, del agua.
Por eso a veces estás triste
y no sabés por qué.
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