¿Sabrá la belleza que acá nadie
se detiene a mirar a
los ojos,
ni habla sobre
árboles doblados de locura,
que el orgullo dice: “es
el agua que hay”
“no es mi culpa la sed”,
y al corazón se le parten las ramas y los pájaros?
¿Sabrá que entre las manos
resiste una selva
todavía?
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