domingo, 13 de marzo de 2016


Algunos días todo el cuerpo se reduce a una desesperación: la urgencia por escribir tres o cuatro palabras que podrían estallar adentro. La fuerza de esa desesperación me impide respirar. Lo único que se escucha es la inocencia de un corazón que no entiende por qué no es posible que esas palabras aparezcan escritas. Se trata de un circuito feroz que ocurre una y otra vez. Entre episodio y episodio creo en el olvido.




No hay comentarios:

Publicar un comentario