domingo, 7 de abril de 2019


Entre las flores que robo, la que más dura, es una amarilla y naranja parecida a la verbena. La saco de la esquina que está a dos cuadras de mi casa. Pero no siempre puedo, porque a veces está el dueño mirando sus plantas. Entonces no me queda otra que juntar yuyos (me gustan las espigas) o flores que se cierran rápido, para armar un ramo pequeño que quepa en un vaso o en un frasco marrón, que uso como florero. Ese ramo dura un día. O medio. O dos horas. Lo observo. La belleza se mueve. Se cierra. Cambia. Hay que ver cuánta belleza se despliega en las flores que se van secando.


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