miércoles, 20 de septiembre de 2017


Oigo esta voz, no quiero usarla más
cuando te hablo.
Tengo los pies mojados
y el cuerpo no responde
si le ordeno calmarse.
Tiemblo de frío.
Dejé marcas de agua en las baldosas
que van
del patio a la cocina.
Fui y abrí la heladera.
Sentí la claridad con que el cuerpo recorre
la visión de la muerte.
Cerré los ojos y pronuncié tu nombre.
Me oí la misma voz. El mismo aullido.
Quisiera detonarla con el dolor adentro.
Que una corriente eléctrica la acabe.
Que la voz salga limpia, distanciada.
Y no sepas quién soy
ni qué te estoy diciendo.


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