Yo hubiera querido llegar a vieja,
ser dramática,
y roja.
Que a kilómetros se oyera mi alarido
el día que una palabra fue cuchillo
y me dejó sin aire.
Que retumbara en las cunas de los niños
el temblor de mi sombra a medianoche.
Que tus hijas recordaran para siempre
los hilos de un vestido sin estreno.
Ay!
Cómo me hubiese gustado
llegar a vieja,
ser dramática,
y roja.
Pero no.
No.
Sé que me voy muriendo mientras juego.
Que bello poema. Todos nos vamos muriendo mientras jugamos… Un abrazo
ResponderEliminarGracias por pasar, Pablo.
ResponderEliminarGracias por pasar, Pablo.
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