lunes, 28 de diciembre de 2015

Silvia Tocco sobre “Del otro lado de la noche”


Leí el libro de Valeria, a distintas horas del día y de la noche,  como un mantra  que me repetía una y otra vez. Lo leí, hasta que sus versos fueron música. 
Una música que vive en el hueco de dos manos…pero son manos que tiemblan,  porque saben que es un hilo el que sujeta nuestra vida  mínima de una nube.

nosotros,
los huérfanos
desarmados
inocentes de ardor y de sombra
no estábamos equivocados
al temblar

La voz poética habla de una existencia  indefinida: habla  del  como si, del  si hubiera, del podría ser…
Nada en su mundo ha sido creado con certeza ni para siempre.
Desde el primer verso de este libro, evoqué el momento de la aurora… Aurora que tiembla, que no acaba de querer despertarse, que se quedaría acurrucada o escondida en un grano de luz,  la nombra  María Zambrano

Como si la voz escribiera o cantara a esa hora del alba, con el mínimo de luz que precede al resplandor,  ¿será el otro lado de la noche?
Es el tiempo donde todo está por ser creado, los rasgos y sonidos son imprecisos,  porque  la poeta necesita  algo que calme, algo que diga menos que el silencio.
Estoy callando con todo lo que se grita en mí…es así, la poeta escribe callando, se ausenta , se sustrae del nombre , de la declaración , del exceso y desde esa  mudez,  restaura la poesía en su misterio.

Sin embargo, esa voz , que cuanto más calla más dice,  alcanza la dignidad en un acto, realiza el  acto poético  una sola e inconfundible vez , como si en esa vez,  se jugara su vida entera.

Hay que llenarse el pelo de ramitas
prenderse flores secas,
vestirse solamente
con telas vaporosas
borrachas en alcoholes
y correr en el viento.
Una vez. Al menos,  una vez.
como si se ignorase
la existencia del fuego.

Aquí es donde se juntan, al menos para mí , la belleza y la ética, donde  fondo y  forma son lo mismo. Un poeta expone su modo de estar en el mundo : o se cubre de oropeles y lo suyo es gracia , por más bella que sea o reluzca , o se queda desnudo, sin disfraces  ni recursos fatuos ,  a la intemperie que es extrañamente  nuestro mejor amparo.  Lou Andrea Salomé lo decía a Rilke  en sus cartas  "Las buenas gentes a menudo piensan que encerrándose tras una gruesa puerta dejan afuera el miedo, pero lo que en definitiva nos cobija es nuestro estar desamparados."

Y así lo dice Valeria:

el cuerpo a la intemperie,
la voz al corazón y el corazón al hueso,
las manos al lenguaje
y el lenguaje a la tierra,
con qué los habremos sujetado,
que hagamos lo que hagamos
no se sueltan.

Un modo de estar en el mundo.
El verso No doler, no soñar, no esperar del poema  42 tiene ecos de Spinoza, cuando  dice  que los hombres deben tratar de liberarse de la esperanza y del temor, que tanto se parecen.
Esperar algo es algo del tiempo, suponer que mañana puede suceder algo. Temer es, de algún modo, lo mismo. Spinoza también habla de no llorar porque nombra a la tristeza como un sentimiento equivocado.
La poeta no condesciende con la tristeza pero tampoco la oculta, no oculta

el canto que encierra la última tristeza
las flores del olvido,
la palabra sin aire,
la aridez de este paso,
la cicatriz del tiempo ,
el temor , mi temor
el cielo de las manos,
mis manos,
quién te dirá mis manos,
quién te dirá el dolor


Ya se anuncia lo que está del otro lado del dolor
Sólo hay que abrir la puerta, se necesita valor para abrir esa puerta, para abrir el último miedo de la noche, como quien abre un cuerpo…

Lo que canta del otro lado de la noche es la alegría.
Una alegría que no es regalo sino  conquista porque la poeta es responsable de haber escuchado la palabra amor.  

El universo la arrojó el amor
Y yo estaba
ay, dios mío
ahí

Y nosotros estamos aquí para recibir un amor hecho libro.

Silvia Tocco



(Este texto fue leído por la poeta Silvia Tocco durante la presentación de "Del otro lado de la noche" en la B.N., el 17/12/2015)

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