Lo bueno es que un día comprendemos
la relación directa entre los hechos,
incluso si quisiéramos borrar
las marcas más endebles de la trama,
no es posible: algo queda.
Entonces miramos hacia atrás
y descubrimos:
estaba esto, y aquello, y esto otro,
materia que parecía inútil
y sin embargo nos mostró su luz.
Qué risa, digo,
al menos aprendimos algo.
Si hubiéramos sabido del amor,
si hubiéramos calmado el corazón del águila
que nos latía en el pecho,
si hubiéramos andado sin creer
que estábamos haciendo bien las cosas,
si hubiésemos dudado
igual que un animal
¿Hubiéramos corrido?
¿Hacia dónde, a qué lugar
sin luces, sin canciones,
sin palabras para ningún aprendizaje?
Si hubiéramos sido otros, cuerpo mío,
más astutos,
más malos,
más veloces,
¿Hubiera el cuerpo soportado el peso
de un final cayéndole sin música?
¿Hubiera la memoria reservado
algo de gracia para la inocencia?
¿Existirían estas manos
sobre las bayas nuevas del jardín?
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