Este es un aprendizaje horrible:
aceptar que mis manos son un lago seco.
Me han quitado los lápices.
O peor,
los han puesto lejos.
Debería rendirme.
Decir: véndenme los ojos,
los oídos, que la belleza deje de aparecer.
Todo es una provocación.
Soy un monstruo.
Me han quitado los lápices.
Escribo con peces molidos.
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