lunes, 1 de agosto de 2016


Estoy envuelta en las telas del frío.
He llegado al lugar de la espera
y no hay cartas.
Nadie avisa que he llegado.
Sé que estoy porque conservo 
este cuerpo lleno de flores que nadie reclama.
Ah, qué miedo pueden dar las flores
revueltas en el fondo del viento.
Yo he cruzado sin cartas.
Yo he cruzado con flores, con aullidos.
Puedo decir que eso es la desesperación.
Me pregunto cómo es posible
semejante hazaña.
He cruzado hasta el fondo del viento
sin una línea que diga: “Querida mía”.




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