Ayer cuando Tito leyó a Vicente Luy, César a Enrique Molina, Nancy a Vilariño, yo a Peri Rossi, y Noelia y Paula leyeron sus poemas, ayer, digo, bajo los techos doble altura, frente a los ventanales largos como sombras, sobre los pisos musicales de pinotea, la poesía se expandió. Se expandió y ocupó toda la casona de Ceres. Prueba de lo que digo es que los mozos y mozas subían a escuchar y se quedaban ahí, apoyados en los marcos de las puertas, absortos y hermosos, sosteniendo, vacías, las bandejas plateadas.
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