Por estos días, sobre la mesa de luz, tengo la poesía de Orozco, la de Luy, un ensayo de Tamara Kamenszain, un librito de poesía alemana que conseguí el lunes a $4,90 con una etiqueta que dice "libro deteriorado", editado en 1953 y al que le tuve que separar las hojas porque estaban unidas, la poesía de Jotaele Andrade. Leo alternando, elijo, me río de la mezcla, cambio el ritmo de la respiración entre uno y otro, me apuro, me calman, oigo todas sus voces adentro de la casa, festejan, putean, se silencian, cantan. El día que lea sin este hilo rebelde y revoltoso voy a saber que envejecí.
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