Poco a poco
fuimos descubriendo
cómo se pone sal
sobre el silencio
y agua detrás de
las palabras.
Y nos gustó
callar para decir la ausencia.
Y nos gustó decir para temblar la calma.
Pero el amor.
El amor crudo.
Y ya no supimos
qué se hacía
con el desierto,
con los signos,
con la sed.
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