Nadie juntará el
pequeño lenguaje
con el cual hacíamos el fuego.
Con qué alegría
prendíamos
las flores,
abríamos ventanas
y andábamos descalzos
sobre todas las
cosas.
Ninguno se
atreverá a soplar
un corazón con
frío.
Por eso
las cenicitas del
dolor
se quedan.
Las cenicitas del dolor...
ResponderEliminar(Quise comentaras en las entradas anteriores de las no-bibliotecas y no pude. Tu blog decide sobre qué entradas comentar :)