sábado, 30 de noviembre de 2013



Son las seis de la tarde.
Es verano.
El sol pasa la cortina de crochet
que cubre la ventana
y cae
sobre un sombrero que nunca voy a usar.

Mi hermana se murió.

¿Supo mi hermana ese lunes de mayo
que era la última vez que yo le daba
un ramito de flores arrancadas
de un cantero a dos cuadras de su casa
y que ella
por última vez las ponía
en un vaso con agua?

No lo supo.

Abrió la canilla de la cocina
puso el vaso bajo el chorro
de agua fría
y sus manos enfermas sostuvieron un jardín.

¿Qué se puede decir del próximo minuto?

Todo lo que podemos adivinar es falso.

Lo único cierto es esto que está ocurriendo ahora:
el sol de las seis de la tarde
pasa la cortina de crochet
que cubre la ventana
y cae
sobre un sombrero que nunca voy a usar.

Hoy no  hay vaso con agua
ni flores.

Es una alegría no saber el próximo minuto.







No hay comentarios:

Publicar un comentario