Me gustan las lavandas, el viento que las mueve, las
retamas, las DRF de menta, los muelles, los libros, las bibliotecas públicas,
los perros, mi casa que fue antes la casa de mi abuela, la infancia, desayunar
en la cama, abrir la ventana y respirar bien hondo, escribir mirando árboles,
las tazas y platitos ingleses que se consiguen en las ferias de usados, los
jarritos y platos enlozados y cachados que también se consiguen en las ferias,
ponerles alpiste a los pájaros y que bajen a mi jardín y coman, mi Olivetti
verde, leer siempre los mismos libros de poemas, las mermeladas caseras, el
cuadrillé de los guardapolvos del jardín de infantes, la resistencia de los
cactus, la tristeza de los cactus, el milagro de los cactus dando flores, las
palabras, mis pulseras, amasar el pan y sentir su olor caliente, mis collares
baratos, el silencio, las piedras, el mar, las manos, caminar descalza, las
sábanas blancas y recién salidas del sol, el té de frutos rojos, la buena
gente, la poesía por sobre todas las cosas.