No aprendí nada.
El mismo miedo de siempre
me hace correr a las salidas de emergencia.
El recital está en el campo del estadio.
Ahí el calor y la locura, ahí la música.
Una vez más,
me siento en la vereda
con el ticket de entrada
arrugado en la mano.
Escucho, desde aquí,
la canción de los solos.