Que otros se queden
con tu piano de cola.
Les dejaré tus manos
temerosas
y la casa encendida
del invierno.
Les dejaré el oído
y las escalas
que el arte
ya no me pertenece.
Pueden llevarse entonces
si hace falta
tus hijos y tus soles
toda tu música adentro
de las faldas
todos tus desayunos
y tus vinos.
Yo me quedo
con tus imperfecciones.
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