Delante de la cámara que no existe,
está la escena luminosa.
Nosotros que fuimos predecibles
ahora estamos ahí:
la luz apunta a nuestro desconcierto.
Nuestros hijos no tomarán en cuenta
la trayectoria del cuidado
y nos mirarán desde lejos.
Nuestros padres estarán cansados y dormirán.
Los amigos saben que la historia siempre es real
así que beberán y fumarán con nosotros
hasta el día siguiente.
Habrá música porque siempre hay música.
Una vez más
no entenderemos nada del amor
y nos debatiremos
entre teorías contrapuestas.
Parecería que es
el final francés de una película
pero la historia es nuestra
y nadie nos confunde
con Juliette Binoche.
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